Un sol de justicia. La Antigua brillaba con luz propia y es que la Señora de los ojos de verde, de nuevo, se reencontraría con su barriada. Y puntual, por la puerta trasera de la Parroquia del Perpetuo Socorro, asomó la Cruz de Guía de la Vera Cruz, arropada por un grupo de pequeños nazarenos que jugueteaban con sus cruces de madera.
Sonó la OJE de Mérida, aparecieron por el barrio para dar aliento, en la salida y hasta el hornito, al impresionante Cristo de la Vera Cruz. Lo mismo hicieron en su recogida, volver para arropar musicalmente a los bellos titulares de esta Hermandad.
Cuanto el Señor de la Sindicales asomó por la puerta, afloraron las lágrimas en algunos de los allí presente. Con un exorno florar sencillo y con mucho gusto, un monte de brezo y a sus pies rosas rojas. La plata del impresionante trono, destalla con la luz del sol. Pero lo más impresionante es su mirada al cielo. La mirada de un último suspiro, pues hasta de lejos se puede escuchar como sale de su boca: «Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen».
Acompañada por un par de acólitos y sus correspondientes madrinas, llegó el turno de la bella Nazaret. Con sus primeros andares se planta frente al barrio para deslumbrar con sus ojos verdes, los ojos verdes de Mérida y este año estrenando parihuela y un impresionante techo de palio de encaje, que deja entrar, – a esta hora de la tarde -, la luz del sol.
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