¿Mejor dejarlo en casa? No, la Cofradía fue valiente y consecuente e que el paso debía procesionar. Debía dar testimonio del momento justo de la Pasión que nos llama, más aún a ser hermanos, a mirar al prójimo. Mejor que rasgarse las vestiduras es buscar soluciones, mejor que rendirse, es seguir luchando por un paso que dice mucho de nosotros mismos, sin perder de vista que éste, no es un problema exclusivo de Mérida, sino que va convirtiéndose en tendencia, peligrosamente, generalizada.
Pero volvamos a la Esperanza y su paso de palio, aparquemos problemas y malos pensamientos porque, solo con la contemplación de su palio, todo se olvida, parece que todo pasa, como Ella.
Verla cerrar la noche del Jueves Santo en Carrera Oficial fue, sin duda, una delicia para los sentidos. No hay mayor muestra de buen gusto y elegancia comprimidas en un paso de palio que se completaba con ese precioso manto en el que la cofradía había depositado sus esperanzas y sueños (que en su día fueron pesadilla) cumplidos.
Y así fue, la Cofradía Ferroviaria rubricó la noche de Jueves Santo con un mensaje, alto y claro, «Siempre la Esperanza».
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